Gisela Quillay
hace de la pintura su mundo. Pintora por naturaleza, de pronto incursiona y se
recorta con una decidida figuración, de
pronto sus fantasmas y vivencias se nos presentan figurados a partir del
despliegue de la forma y el color. Lo humano nunca le es ajeno, el dolor que lo
atraviesa o el estallido de su celebración recorre sus cuadros. Siempre muerde
ahí. Con crudeza y pasión, con delicadeza y sensibilidad, el erotismo de su
trazo da cuerpo a personajes, situaciones, paisajes, vegetación, flores… De la
mano del pincel, de la tinta o el carbón, vuelca colores resplandecientes,
dibuja trazos quebrados o sinuosos que se apoderan de la superficie y
construyen un espacio plenamente vital,
en el que imprime su nervio haciéndonos respirar su color, su luz y sus
reflejos.
Germán Gárgano – junio 2014